Viajando por la región andina de Bolivia, al noroeste en la frontera con Perú, más precisamente en la isla del sol del Lago Titicaca, descubrí una comunidad nativa que dio origen del glorioso imperio INCA.
Luego de una noche en un hostal del pueblito costero de Copacabana, embarqué en una lancha rumbo a la isla del sol.Según cuenta la leyenda, en esta isla del Titicaca, existió una civilización que se hundió bajo las aguas luego de una guerra entre el sol y la luna.
Un príncipe nativo llamado Manco Capac, intercedió ante el dios del sol y la madre tierra, y así nació la civilización Inca.
Al llegar a la isla, luego de dos horas de navegación en el techo de la lancha, me recibe el muelle de una playa desierta y rodeada por imponentes montañas con terrazas de cultivos.
Siento que llegué a una especie de paraíso terrenal. Los cielos azules y diáfanos presentan algunas nubes con formas de lana de oveja, blancas como la arena de la playa. Es un lugar de belleza surrealista.
Los Incas construian terrazas en las laderas para que sus cultivos fueran bendecidos por el sol. Ellos creían que si los cultivos estaban mas altos en la montaña, serían más aceptados por dios. Por eso las terrazas acarician las nubes.
Los Aymaras son el pueblo del cual se iniciaron los Incas, dedicado al pastoreo y a la agricultura usando técnicas ancestrales de cultivo. Tienen una economía complementaria, ya que los que viven en el altiplano poseen abundantes rebaños y escasos cultivos, mientras que los que lo hacen en la precordillera producen bastantes verduras frutas y semillas gracias al eficaz uso del suelo, mediante las tradicionales terrazas.
Estos pueblos habitan, traspasando las fronteras impuestas por las naciones, desde las orillas del lago Titicaca y la cordillera de los Andes, hasta el noreste argentino.
Estoy en un pueblito aislado, solitario y profundamente hermoso. existe un silencio profundo, sólo roto por el canto de los pájaros, el sonido del viento y la melodía de una quena ejecutada por un nativo que rebota en las montañas.
Aquí no hay autos, semáforos ni policías. La violencia pareciera ser cosa ajena de otro mundo. Animales de granja caminan libremente por las callecitas de piedra entre las casas de adobe y techo de paja. Un cerdito rosado husmea entre mi mochila mientras un burro simpático como de mi mano. Núnca vi un lugar como este.
Los únicos habitantes de este lugar son aborígenes de la etnia Wiracocha, viajeros hippies y mochileros itinerantes como yo.Los aborígenes son los verdaderos dueños de estas tierras. Siento que soy un visitante privilegiado. Me pongo en la piel del antropólogo Malinowsky, cuando observó por primera vez a los nativos del pacífico occidental. Estoy en un mundo desconocido.
La aldea está formada por varias chozas de adobe contruídas en las laderas de la colina. Hay que subir una cuesta empinada y resbalosa de piedra y barro para llegar, unos 300 metros hacia arriba.
Al ingresar en la comunidad, se observa la casa del jefe, ubicada junto a otras chozas mas pequeñas dispuestas en un círculo alrededor de un patio de tierra. Me recibe el padre-chaman de la aldea llamado Alfonso Huallpacuna, quien me da una bienvenida cálida y cordial, explicando la historia de su pueblo y la opresión de la que son objeto.
La aldea se mueve en torno a una choza que es utilizada como cocina comunitaria, en la que cuecen los alimentos, comen y también les sirve de sala de charlas y reunión social. Las reuniones del clan se realizan ahí y ahí se toman desiciones importantes.
La unidad mínima de la organización social aymara tradicional es la familia extensa patrilineal y virilocal. Esta formada por jefe de familia y sus esposas, sus hijos casados y las esposas de estos y sus hijos e hijas; además de los hijos e hijas solteras. La familia extensa ocupa un conjunto habitacional con viviendas separadas para cada familia nuclear, ésta es monógama.
Son diestros artesanos del metal, la cerámica, los tejidos y la cestería. La organización social está basada en el ‘ayllu’, forma andina del clan, al que pertenecen todos los parientes que tienen vínculos de sangre y que realizan en común las tareas agrícolas y ganaderas.
Cuidan aimales como la vicuña, el guanaco, la llama y la alpahaca.
Debido a estas condiciones se generan relaciones de intercambio de productos entre pastores y agricultores. Esta forma de subsistencia se basa en el principio del ayne, que se refiere a la reciprocidad entre los aymarás: la petición de ayuda en el presente, será correspondida en el futuro.
Al interior de las familias se entrena a los niños y niñas a ser obedientes con los adultos. Además se espera que cada niño se incorpore temprano a las labores pastoriles, agrícolas o domésticas más sencillas, las que se van complejizando con el tiempo.A nivel comunitario coexisten dos formas:
- Ayllu que es la comunidad andina aymara altiplánica tradicional y la comunidad campesina precordillerana hispanizada.Cada Ayllu está formado por un conjunto de aldeas pastoriles, cada una de las cuales se compone de varias familia extensa.
-El segundo modelo corresponde al modelo español que gravita en torno a una plaza con su iglesia y varios edificios públicos.
Su idioma es el aymara,pero muchos de ellos hablan castellano, este es el idioma dominante en los países donde viven. Actualmente también poseen bandera, conocida como la Wiphala, la cual consiste en 7 colores con forma de cuadrados unidos diagonalmente.
Por la condición de la hoja sagrada, es decir la coca, durante la época del imperio incaico, su uso estaba restringido al inca, nobleza y sacerdotes bajo pena de muerte. Además del uso en masticación, utilizan las hojas de coca en curaciones al igual que en rituales al ofrecérselas al Dios sol Inti y a la Diosa de la tierraPachamama. La coca tiene gran participación en la religión de losaymaras, al igual que antes con los incas y últimamente se ha convertido en un símbolo cultural de su identidad. Los cultos de Amaru, Mallku y Pachamama son la más formas más antigua de celebración de los aymaras.
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