"Los que pueden, actúan. Los que no pueden y sufren por ello, escriben. El acto de escribir, constituye una de las acciones mas profundas del sentir del ser humano. Ayuda a quemar la grasa del alma"

Ernest Hemingway.

domingo, 14 de agosto de 2011

Una frontera en el Perú


Caía la tarde.Habíamos dejado atrás la aduana boliviana y nos dirigíamos rumbo a la frontera del Perú.
Vi la hora en mi reloj, eran las 18 y 30. Nos esperaban 10 kilómetros desde el pueblo boliviano de Copacabana hasta el límite peruano, y el frío nuevamente se sentía con las últimas luces del día, mientras iniciamos la marcha a pie rumbo a la localidad fronteriza de Kasani. 
Ingresamos caminando a un nuevo país. Trámites de migraciones, revuelo de viajeros, algún ladronzuelo inoportuno que aprovecha el desorden para hacerse de un botín. 
Ya estoy nuevamente en el Perú. Siete años después regreso a estas tierras pero
ahora mi misión es otra. Ya no llevo un fusil entre las manos ni municiones para la ametralladora en la mochila. Ahora mi arma es una cámara fotográfica Canon y en la mochila llevo agua, una carpa, mapas, algo de ropa y un cuchillo que utilizo de herramienta para usos diversos. 
Ahora soy un periodista freelance, un cronista libre, y un joven dispuesto a contar la historia de estos caminos invisibles de la América Latina. Pero igual sigo siendo un aventurero, un viajero con espíritu de soldado.
Hay quienes dicen que esta parte del Perú es pintoresca y tranquila. En mi opiniòn, estos parajes son desolados, àridos y frìos. El paisaje de esta puna pelada y ventosa me produce un sentimiento de nostalgia y me dan ganas de seguir viajando hacia el norte. Quiero salir de este lugar.
Hasta hace poco tiempo, viajar por estos parajes era peligroso e incierto. La sierra peruana estaba dominada por células rebeldes y grupos guerrilleros armados bajo el nombre de "sendero luminoso", una guerrilla comunista de línea marxista-leninista que asoló el país a lo largo de casi 20 años en una lucha sangrienta y brutal, con el objetivo de ganar el gobierno del Perú e instaurar el régimen comunista. Comenzó como una lucha de los pobres contra los ricos, de los campesinos y nativos contra la opresión de los señores terratenientes de la capital; pero terminó siendo un conflicto de pobres contra pobres  y una lucha estéril en las sierras, en las calles y en las selvas. A lo largo y ancho del país se respiraba inseguridad y desolación.
Ahora, ese tiempo ya pasó. El viajero puede disfrutar de la calidez de estas gentes y de la naturaleza árida de esta ancestral región.
"Bienvenidos al Perú", dice un cartel. Ahora sigo por el camino del Inca, rumbo a Cusco.

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