Hay dos cosas de mi país que me producen a la vez simpatía y rechazo.
La primera, y la cual valoro mucho, es la libertad de culto que todos los ciudadanos pueden ejercer. La segunda, y que me produce un profundo rechazo, es la manera con la que cualquier idiota ejerce la política.
El libre culto hace bien al orden social, porque le otorga al individuo la autonomía necesaria para elegir en lo que quiere creer. Pero sucede que a la Argentina le falta tiempo de desarrollo para comprender algunas cosas.
Mi país es un pueblo que se independizó de España hace apenas 200 años, y entonces eso la convierte en una sociedad muy joven, similar al resto de América Latina, pero con algunas particularidades muy especiales. Al escribir esto tal vez logre que mas de uno se rompa las vestiduras y me grite blasfemias, pero la verdad no me importa mucho porque lo digo con todo respeto, y sin estar a favor o en contra de nadie, en lo absoluto. Después de todo ellos no me pagan el sueldo.
En cuanto a clérigos, laicos o devotos, yo prefiero siempre a los pecadores antes que a los santos, porque en todo caso los malos me resultan más humanos, mas creíbles, mas auténticos. Me caen bien.
Pienso que es muy buena la diversidad religiosa, como así también la amplitud ideológica y la posibilidad de libre elección sin censuras. Me gusta imaginar esa vieja utopía de "cada uno en su rancho sin joder a nadie", pero me cuesta bastante pensar en un sistema de anarquía popular organizada, antes que en el gregarismo partidista que reina hoy, y que persigue el único objetivo de mendigar migajas para sobrevivir. Porque esa es la realidad en la Argentina de hoy.
Y aquí va la otra punta del ovillo.
La política en mi país está contaminada, bastardeada, ultrajada y corrompida, y es objeto de una feroz manipulación por parte de los individuos que ejercen con ella las altas esferas del poder. La utilizan como a una puta sórdida: los proxenetas que la manejan saben que ella tiene el poder para manipular a todos los que se le acercan, y con el tiempo la han transformado en una prostituta profesional. La venden y abren sus nalgas a todo el que pasa y necesita de ella, por múltiples razones. Pero esa política promiscua es también muy interesada, porque después de ser usada chasquea sus dedos para reclamar su paga, naturalmente. Sin moverse nunca de su sitio de poder, ella extorsiona y negocia, se exhibe, siempre abierta, a la espera del nuevo cliente, del nuevo ocupante que le inyectará su sífilis. Pero eso sí...
Si no eres peronista en Argentina, no me vengas a hablar de evita o de Cristina en una noche de choripan y comité; o si no eres radical, no me vengas a criticar a Alfonsín o a decirme que el sombrero de Yrigoyen salió torcido en la foto. Argentina es la sociedad del "conmigo o contra mi": eres de Boca o eres de River, eres de derecha o de izquierda. Siempre estamos al límite. Siempre peleando. El argentino es muy consecuente con sus amores y con sus odios, sobre todo con sus odios. Por eso es que también cuando vamos al extranjero, generamos lo mismo. Allá afuera nos aman o no odian, por razones obvias. Sépanlo.
Argentina es una sociedad de trincheras, de barricadas y de piquetes, de gente que vota mas en contra que a favor, que pega gritos y que da puñetazos sobre la mesa, pero que al final, en general, se queda siempre en ello y no hace nada mas.
En mi país todo proceso político siempre comienza con ilusiones y con ideas, pero luego de un tiempo se ve como el demagogo ocupa el lugar de privilegio, como el discurso retorico sustituye al discurso racional, y como el mas bruto y populista siempre termina sustituyendo al inteligente y al capaz. En pocas palabras, cuando uno observa la política argentina, va viendo luego de un tiempo como las buenas intenciones se diluyen en la miserable condición humana.
¿Suluciones? no creo que por el momento haya soluciones para esto. No siempre hay soluciones para todo, pero pienso que existen mecanismos, intentos o posibilidades de cambiarlo. Creo que lo más lógico sería apostar a la cultura, pero a una cultura de verdad, no simplemente a ir a ver una película de cine Arte o leer la crítica de una pintura de Monet.
Pienso que lo que hace falta es educar a los niños de otra manera, de otra forma, en el valor de la austeridad y en el saber que un juego de video, un celular o unas zapatillas de marca no te solucionan la vida.
Creo que con esa educación, ese hombre nuevo por venir será mejor, y que tendrá los mecanismos necesarios para darse cuenta de que este mundo es jodido, complicado, y entonces estará mas preparado para enfrentarse a aquellos miserables que le vengan a mentir. Tendrá la certeza de que el peligro está allí afuera. Sabrá protegerse y ser mas libre, en una palabra.
Ojalá los políticos vieran esas necesidades en el pueblo. Ojalá se dieran cuenta.
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