"Los que pueden, actúan. Los que no pueden y sufren por ello, escriben. El acto de escribir, constituye una de las acciones mas profundas del sentir del ser humano. Ayuda a quemar la grasa del alma"

Ernest Hemingway.

lunes, 28 de marzo de 2016

Un buen compañero

Hoy escribo nuevamente acerca de mi cuchillo, para contar cuanto me ha servido en este tiempo que lleva viajando conmigo.
Lo fabricó hace tres años un buen amigo de nombre Andres Mayol, excelente herrero y artesano. Desde entonces este filo no ha quedado quieto, pues tiene oficio de viajero, igual que yo. Lo llevo siempre en mi mochila a través de los diversos caminos que me toca recorrer.
Es un cuchillo duro, forjado para el trabajo y las buenas aventuras. Buen compañero, pues ha soportado duras pruebas bajo diversas condiciones meteorológicas, en distintas regiones geográficas del mundo.
Durante estos tres últimos años ha compartido conmigo las páginas del libro de mi vida. Ha demostrado que su filo es fiel y que su golpe es certero, que nunca afloja. Ha visto ciudades y pueblos, campos y selvas, montañas y mares, ríos y desiertos. Vio París con sus calles espejadas bajo la lluvia, el melancólico Londres, la elegante Ginebra, las costas de Croacia, el Coliseo de la vieja Roma; Y en su corta vida también ha recorrido un largo camino de paisajes rurales y de aldeas aisladas.
Demostró ser un excelente cuchillo, de cabo a punta, abriéndose paso a través de pieles y cueros de animales salvajes, de carnes asadas, de cuerdas de campamentos, de maderas y de piedras sobre las que raspó para iniciar fuegos.
Su nombre es Lobo, y ha viajado también por tierras exóticas, habitadas por individuos extraños que practican duros oficios. Han conocido su filo los ladrones de pieles de foca del Mar Báltico, en las cercanías de Estonia; los traficantes de opio del norte de Tailandia; los indios Rarámuri que corren descalzos en el desierto de México y los descendientes de guerrilleros tribales de las montañas de Laos, en el sudeste de Asia. Todos ellos han aprobado sus virtudes. Todos ellos han elogiado la fortaleza de su filo y la fina robustez de su construcción. Elogiaron su acero. En una ocasión incluso he medido su destreza contra las virtudes de un cuchillo de caza hecho en Inglaterra. Y el Lobo ha ganado.
Igual que yo, el Lobo sabe que la mejor escuela para aprender geografía es vivir dentro de una mochila, pues en ese aprendizaje uno puede charlar con contrabandistas vascos de licor en los Pirineos españoles, con esquimales rusos en la estepa siberiana, con pastores alpinos en las montañas de Suiza, con pescadores italianos en el puerto de Bari, con nativos Shuar del Amazonas o ver como se pone el sol en alguna población aislada en la costa balcánica del Mar Adriático. Esos lugares tienen allí nombres diferentes que en los mapas, y las distancias se miden por días.
Todos aquellos mercaderes, nativos, campesinos, pescadores, salvajes y aventureros que conocieron mi cuchillo, supieron que el Lobo es una herramienta de acero que tiene un origen todavía más lejano: la calurosa Posadas, un lugar ubicado en un país al sur de todos los mapas. 
Lobo ya tiene varias marcas en su vaina. La última fue hecha por un nativo de la etnia Akha, en la selva del norte de Tailandia. Es una pequeña gran marca en idioma thai. Una marca que va quedando para la historia junto a las otras, apiladas en su lomo como si fueran tatuajes. 
Esos hombres extraños ya lo vieron en aquellas tierras lejanas, y quizás alguna vez, en el futuro, su filo sea recordado a la luz de algún fogón, por otros aventureros y gentes desconocidas mientras charlan entre sí acerca de caminos peligrosos, de animales salvajes, de tribus perdidas en selvas impenetrables o en imponentes cordilleras y de un loco solitario que vaga por las sendas con una mochila gastada y un cuchillo de cazador. 
Tal vez ese día la fama de un cuchillo como el Lobo se vuelva mítica, y su nombre se transmita de boca en boca. Es mi esperanza, como en un sueño.

3 comentarios:

  1. estimado Sebastian, no tengo palabras para agradecer esto que contás del humilde trabajo que hago! No tengo alegría mayor que poder ver y leer esta nota! Me honra!!! Cuando comencé este sueño loco, esta quimera! Soñaba el sueño narcótico de un lunático que se iniciaba en este oficio, que quería entrañablemente que su trabajo sea reconocido, que mi vida condenada al olvido y la muerte perdure en obras, en acero bien tratado! De aceros vivos, de esos que viajan, de los que sirven, no de los que viven el sueño de la vitrina, sino los que viven la vida del aventurero, del que lo usa en el campo, el monte y quien dice alguna vez confía su vida a este trozo de acero! De los que pueden marcar la diferencia entre estar vivo o estar muerto! ES UN GRAN HONOR!!!!!! MUCHAS GRACIAS!!!!

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  2. Excelente Sebastian....describís a un fiel compañero resaltando y recordando caminos y aventuras...y seguramente obvias alguna que otra "situación" en la que te salvo el pellejo. Lindas palabras en un bello relato, corto, conciso y enérgico...como hacemos las cosas los Infantes de Marina. Salud amigo, buenos vientos y buena caza!!!!

    Sergio O. Nuñez
    Suboficial Mayor de I. M.

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  3. Excelente manera de honrar a tan maravillosa persona primero y gran artesano Ogün luego. Lograste plasmar en palabras lo que muchos sentimos por una herramienta que sirve a la humanidad desde tiempos remotos. Hermoso Lobo. Saludos desde tu país natal.

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