Generalmente, lo que medio mundo utiliza hoy en sus momentos libres (para distraer la mente o para pasar el rato durante días grises, frescos o lluviosos en cualquier lugar del planeta), se llama blog. Por eso escribo esta nota, porque allí, en ese lugar donde otros encuentran sus mejores horas de ocio, para mí se convierte en jornadas de lectura, de reflexión, de aprendizaje y, finalmente, de redacción. Es una actividad que, además del deporte, francamente me apasiona. Lo hago convencido y con mucho gusto. Me encanta.
Escribir en el blog es una actividad que realizo usualmente robándole horas al sueño o durante mis días libres (que son raros y muy pocos), cuando el trabajo con que me gano la vida flaquea o se vuelve intermitente por culpa de la nieve o del hielo o de las lluvias o vaya uno a saber porqué. Y entonces debo recordar a los lectores que quien abajo firma se gana el jornal cargando al hombro bolsas de port-land o cavando zanjas a punta de pala o picando piedras con martillos neumáticos o manejando un tractor o cortando hierros colgado como un murciélago al último piso de un edificio en construcción. Es que soy obrero pues, a mucha honra, y así es como me gano la vida de este lado del mundo; al menos por ahora.
Esta mañana, viendo pasar el paisaje nevado a través de una ventanilla de tren, mientras viajaba rumbo a Berna, se me vino a la cabeza una frase de Mark Twain: "El periodismo es la manera más interesante y culta de ser pobre". Y entonces pensé que era verdad, que aquel viejo de bigotes tenía razón. Pero que además de ser una actividad interesante y que no aporta más que unos pocos centavos al bolsillo flaco de quien lo ejerce, el periodismo es también una vocación que te conecta con el otro, con el ser humano duro y crudo, con la gente que no se ve ni se escucha y que lee en silencio sin opinar pero que piensa y reflexiona. Entonces, si solo eso sucede, ya habrá valido la pena el esfuerzo de escribir.
Pensando en ello viajaba, y entonces me di cuenta de la poderosa herramienta que estoy utilizando: mi blog.
Es que tengo entre manos un mecanismo potente para transmitir cualquier cosa que pretenda poner en él. Me fascina además su aspecto profundamente democrático. En un mundo en el que a veces o a menudo o casi siempre, la voz ha estado durante siglos limitada, reservada solamente a quienes disponían de medios, dinero, fuerza o poder para pagarla o canalizarla e incluso silenciarla. El blog ha roto esas cadenas de un modo extraordinario. Con esta herramienta ya no hay excusas ni obstáculos. El talento de escribir puede abrirse paso dejando al criterio de los receptores su sanción, su aprobación, su difusión. Las ideas, los hechos, la realidad de las cosas, la diferente y necesaria interpretación de los mil matices que el mundo contiene.
Pero también es cierto que el blog (igual que las redes sociales y muchas veces sujeto a la miserable condición humana), da vida a mucho ruido, a mucha inutilidad y a mucha basura. Pero ahí está precisamente lo bueno del asunto: que los buenos blogs y los buenos narradores acaban imponiéndose siempre sobre toda esa mierda mediática, destacando al fin en función de sus méritos, sin depender de cabeceras de diarios ni editoriales ni productoras. Y no se trata (y esto es lo mejor), de oponerse a esos medios tradicionales de información sino todo lo contrario. El blog ayuda a potenciar y a difundir otra mirada de la actualidad y del mundo, y lo hace de una manera mas libre, mas rica y más democrática.
Diarios, televisión y medios diversos, tienen blogs magníficos que los engrandecen, del mismo modo que antes lo hacían columnistas extraordinarios. Estoy convencido de que en los blogs (esta herramienta rápida, multidisciplinar y potente), puede encontrarse lo mejor de las redes sociales, la voz necesaria que se alza cuando las circunstancias lo exigen para desbordar, superar y derribar los discursos parciales, los límites interesados, la rigidez de los cauces tradicionales y oficiales. El blog es, hoy, la voz libre en un mundo que se tambalea.
Y así pensando terminé recordando también, esta mañana en el tren, una definición de Horacio Verbitsky que me gusta mucho: "El periodismo se reduce, simplemente, a contar todo aquello que alguien no quiere que se sepa. El resto, es propaganda"
Justamente es eso lo que intento hacer en este espacio.
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