"Los que pueden, actúan. Los que no pueden y sufren por ello, escriben. El acto de escribir, constituye una de las acciones mas profundas del sentir del ser humano. Ayuda a quemar la grasa del alma"

Ernest Hemingway.

sábado, 15 de abril de 2017

Sonidos

La música me aísla del ruido, me sumerge en una especie de armonía. Es un boleto para viajar dentro de la mente y de los buenos recuerdos que uno siempre quiere volver a recordar. Desde la música se llega a lugares mejores, a los vividos y a los soñados. En un momento del viaje dejo de escuchar, y todo queda en silencio, como si fuera un libro en blanco. Creo que la música hace bien.
Hemingway escribía mientras escuchaba música. Le gustaba la clásica y el charleston. A veces, en la biblioteca de su casa de La Habana, en Cuba, se oía una mezcla de violines de Vivaldi con charleston de los años 20.
A mi me gusta el blues, desde muy chico. Esos sonidos me transforman en pájaro. Cuando escucho una armónica vuelo sobre colinas de montañas brumosas, donde el aire está limpio y se respira mejor. Otras veces, el cuerpo me pide jazz o el rock áspero de AC DC. Todo depende del momento. Me gustan los músicos que transmiten emociones. Necesito escuchar desde la piel.
Cuando estoy cerca del mar, salgo a correr por la playa al atardecer. Corro muchos kilómetros por la arena vacía, cuando la gente ya se ha ido. Si los hay, busco entre los restos de viejos naufragios, entre esqueletos de barcos oxidados que se pierden en los últimos rayos de sol; o sino busco entre las piedras. A un costado están las olas que respiran. En mí, bullen todos los océanos, sobre todo los literarios.
La vida y los golpes me han enseñado qué sonidos están preñados de palabras que sirven. Esos sonidos cayeron del pico de los pájaros que los transportan de un país a otro sin asustarse de las fronteras del hombre. A menudo son extranjeros, porque todos viajan de la misma forma. No importan los significados, solo la musicalidad, la melodía.
En los mejores atardeceres, los sonidos hablan transformados en canciones y componen frases. Eso es a lo que llamo inspiración. Una de esas canciones podría descubrir el hilo del que tirar para construir un relato. La novela saldría sola, fabricada junto a otras ideas.
Ahora comienza a llover de nuevo mientras veo las montañas a través de la ventana. Los pinos vuelven a cubrirse de nubes y la cumbre desaparece. Allá arriba todavía hay nieve. El invierno tarda en irse. Escucho blues mientras escribo sobre la mesa de trabajo y espero que mis dedos se muevan sobre el teclado de la computadora, como si no me pertenecieran. Escribir es un hermoso oficio de escuchadores. 
Feliz semana.

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