Resulta que la otra noche, mientras veía las
noticias en la tele, me di cuenta de que los yihadistas islámicos van a terminar
ganando.
Y van a ganar no por estar locos, sino porque están
hartos, y porque tienen huevos. Los derrotarán en Irak o en Siria pero van a
triunfar y seguirán poniendo bombas en aeropuertos y arrollando gente por las
calles, porque son jóvenes, porque tienen hambre, un rencor histórico acumulado
y absolutamente comprensible, cuentas que ajustar, desesperación y fuerza
demográfica. Occidente y Europa en cambio son viejos, cobardes, caducos y no se
atreven a pelear de verdad para defenderse.
La cosa es que los de la tele dijeron que en
el norte de África, en Marruecos o en Argelia o en no sé dónde, unos cabrones
armados hasta los dientes chocaron de frente con un camión de esos con ruedas
grandes y cargados de turistas blancos que suelen ir al desierto del Sahara en
busca de buenas fotos, cerveza fría, mujeres locales y bellas puestas de sol.
El asunto es que el camión de turistas no paró
y entonces los asaltantes les soltaron una sarta de tiros que no los hicieron
guiso de milagro. Y después los del turbante escaparon con el botín: el camión
y todo lo que llevaba dentro, incluidos los cuarenta turistas que iban a bordo,
y solo dejaron a los conductores allí, al rayo del sol, con cara de "que
mierda pasó aquí", y todo eso.
No me digan que no les suena interesante. Los
Lawrence de Arabia de turno, que no sé cómo se llamaban ni me importa, viajando
allí en medio de la arena con sus cámaras Canon y sus botas de trekking y sus
abrigos de gore-tex y sus anteojos Oakley y toda la parafernalia que suelen
llevar los turistas del mundo feliz, corriendo por las dunas y sacándoles fotos
a los camellos mientras cagan. Iban así, me imagino, muy contentos y felices,
luciendo de a ratos esa jeta dura y audaz que ponen los “aventureros” de
mentira cuando tienen la seguridad de que en el hotel les preparan la camita y
hasta les calientan el agua del jacuzzi, y que se pierden dentro de un sauna si
les quitan el GPS. Iban así, como les decía (y a ver si lo digo de una puta
vez), y en una de esas el copiloto le indica a su compañero: oye, mira, unos
aborígenes que nos saludan al borde de la pista, procura no echarles mucho
polvo ni atropellarlos como al negro de hace tres días, que éste es un viaje
racialmente correcto, o algo así. Y el conductor, que va en su mundo y lleva un
retraso cronometrado de una hora para pasar por otro hotel, está a punto de
decir que se jodan y meter otro cambio cuando el copiloto comenta qué curioso,
oye, fíjate en los negros, o los árabes, o lo que carajo sean ésos, que nos
hacen señales de parar, y llevan algo al hombro, como si nos fueran a hacer una
foto, o tomarnos un video. Hay que ver qué cariñosos y entrañables son estos
negros de color, tan muertos de hambre y escuálidos y aún les queda simpatía
para acercarse a saludarnos cuando pasamos a toda mierda, que te dan ganas de
parar y regalarles un llavero de nuestro viajecito feliz exclusivo para blancos.
Y el caso es que eso que llevan al hombro es una cámara de vídeo algo rara, ¿no
te parece? Así, tan larga y verde. Y qué estupidez, no te lo vas a creer pero
yo diría que más que grabarnos con ella, nos apuntan. Hay que ver lo que son
los espejismos del desierto, colega. Te vas a reír cuando te lo diga. ¿Pero no te
parece que nos están apuntando con un bazooka? Ja, ja. Y el caso es que yo
diría que parece... mierda. Para, para, para, para, no me jodas. Esos hijo
putas tienen un bazooka.
Les juro a ustedes que habría pagado por
verlo. O por estar allí con mi turbante, mis pies descalzos, mi RPG-7 o mi
Kaláshnikov al hombro, y el cuchillo entre los dientes haciéndome relucir la
sonrisa. Salam Aleikum, idiotas. Bingo. La pandilla de turistas felices saliendo
de la curva, los árabes acribillándoles a tiros, y el conductor y su copiloto
cagándose en las patas mientras los sacan a rastras del camión.
Hola míster
Europa, ¿Qué onda, cómo va esa vida? Pongo en tu conocimiento que eres el
tercer héroe de la ruta que cae hoy. ¿No querías aventura? Pues aquí tienes
aventura gratis, colega. Y fuera del programa, lo cual tiene más morbo. A ver las
llaves del camión, y el casco, y la billetera, y el Rolex ese que llevas en la
muñeca. Y den gracias que les dejamos la cantimplora, y también que ya hemos
violado hace un rato a una linda francesita y venimos aliviados; porque si no,
pum, íbamos a ponerlos mirando hacia La Meca para que se fueran del desierto
con un lindo regalito en el culo. O a ver si creen, ilusos, que pueden venir
cada quince días a pasarnos por las narices los camiones, y las mochilas y los
relojes y los helicópteros, a marcar tecnología y paquete jugando a Rambo con
todos los riesgos cubiertos, y radio, y apoyo logístico, y vehículos de súper
lujo, y cascos blindados de kevlar, y equipos de gore-tex que valen un huevo de
la cara; que con sólo lo que cuesta uno de esos guantes que llevan para que no
les salgan ampollas al cambiar una rueda podría vivir aquí una familia durante
año y medio. Y encima, al final de todo, todavía quieren hacerse fotos con
nosotros para contarles después a los del bar de su pueblo lo exótica y lo
típica y lo aventurera que es toda esta mierda.
Así que gracias por el camión y
todo lo demás, pedazos de infieles. Esto sí que es solidaridad con el Tercer Mundo,
y no la miseria de arroz que nos tira la Cruz Roja. Vayan por la sombra, y
hasta el mes que viene.
Entonces, como les decía, el terrorismo islámico va a ganar. Simplemente porque tienen huevos.
Entonces, como les decía, el terrorismo islámico va a ganar. Simplemente porque tienen huevos.
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