Hasta ahora, Suiza se ha salvado del terror. Pero esto tiene una lógica: durante décadas, el pequeño país alpino sirvió como un importante centro estratégico y logístico para las organizaciones terroristas.
Un nuevo y serio tropiezo han sufrido los servicios de inteligencia occidentales. Hace cuarenta y ocho horas que el Estado Islámico (DAESH, por su acrónimo en árabe), volvió a golpear con fuerza una capital de la Comunidad Europea. Luego de París, Londres, Bruselas y Berlín, ahora le ha tocado el turno a Barcelona. El último jueves por la noche vimos, en todos los telediarios alrededor del mundo, las imágenes de una furgoneta atropellando a una multitud en La Rambla de Barcelona. Trece muertos y más de cien heridos. El atentado más grave que sufre España desde el 11 de marzo de 2004.
El DAESH ya había amenazado varias veces a España con ataques terroristas, y como punto neurálgico turístico, el riesgo aumentaba probablemente en Barcelona. Hace poco más de cuarenta y ocho horas, esa pesadilla se hizo realidad.
Sin embargo, es demasiado fácil culpar a las autoridades de seguridad por no detener la amenaza terrorista. Esa es justamente una parte de la estrategia de DAESH: abarcar tantos países de Europa como sea posible con amenazas, y confundir así a las fuerzas de seguridad.
El hecho es que, igual que en muchas ciudades europeas, también hay una escena extremista en Barcelona. En 2015, las autoridades españolas ya estaban investigando a los seguidores de DAESH, porque entablaban intercambio y conexión con radicales suizos.
Durante los últimos cinco años, Suiza recibió un gran número de inmigrantes de los estados del Magreb (una región de África del Norte que comprende a los actuales territorios de Marruecos, Túnez y Argelia, aunque más modernamente se incluye también a Mauritania y Libia).
Según la opinión que nos brindó este último viernes un agente encubierto de un grupo anti-terrorista del ejército suizo, con quien tuvimos la oportunidad de dialogar, "dentro de las fronteras de Suiza hay identificados unos pocos elementos radicales que podrían colaborar con células activas en futuros atentados. Pero esos pocos resultan ser extremistas peligrosos".
Pero ¿por qué los ataques terroristas ocurren en países como Alemania, Francia, España e Inglaterra, mientras que Suiza se mantiene a salvo?
Esta situación tiene una explicación clara. Suiza ha sido un centro de reunión para las organizaciones terroristas durante décadas. Aquí los terroristas pueden descansar y abastecerse, planear y ensayar sus operaciones, con leyes liberales que los protegen y un sistema de inteligencia débil que termina favoreciéndoles, como así también encuentran facilidades para proporcionar dinero y armas a las células activas que ejecutan luego las operaciones terroristas y los atentados sobre el terreno. Por lo tanto, Suiza es cuidada para el terrorismo y siempre se salva por razones estratégicas.
Pero, en cuestiones de seguridad internacional, hay un interrogante muy complicado de resolver para la policía, el ejército y los servicios secretos: ¿cómo luchar contra el terrorismo sin alterar demasiado la vida de los ciudadanos comunes, además de la importancia de que los efectivos estén cada vez más armados y civilmente mezclados en grandes festivales, manifestaciones y conciertos?. La burocracia estatal dice que es primordial preservar a la vez la calma y la normalidad en la rutina de la gente.
Mientras tanto, en la madrugada del sábado, en la localidad costera española de Cambrils (Tarragona), la Guardia Civil y los Mossos de Esquadra han abatido a tiros a un grupo de individuos fuera de la ley, cuyos miembros salieron de un coche armados con cuchillos tras atropellar a varias personas y saltarse un control. Cinco terroristas muertos. Según fuentes policiales, uno de los atacantes abatidos, que respondía al nombre de "Abdul", habría pasado una temporada en Suiza tras su ingreso a Europa, procedente de Argelia.
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